Panamá, 12 may (PL) La proliferación desproporcionada de las armas ligeras y medianas es hoy una realidad en América Latina y el Caribe, región del mundo que reporta los niveles más altos de homicidios por esta razón.
Según un estudio realizado en 2013 por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el 66 por ciento de los asesinatos están asociados a las armas de fuego en 36 países de las Américas, cifra que en Centroamérica alcanza el 77 por ciento.
Otra investigación, por su parte, refleja que el 84 por ciento de los hombres y niños sufrieron una muerte violenta de 2010 a 2015, de ahí que sean las principales víctimas de este fenómeno, que también afecta al 16 por ciento de las mujeres y niñas.
Justamente en este segmento poblacional es donde se concentra la tasa más alta de muertes violentas en Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, según reveló la secretaria general del Foro Parlamentario sobre Armas Pequeñas y Ligeras (APAL), Karin Olofson.
Durante su intervención en la jornada inaugural del Seminario que sobre el tema sesiona en el Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), la funcionaria aseguró que ante este panorama oscura y retador urge promover oportunidades que permitan un desarrollo sostenible, a través de sociedades más incluyentes y pacíficas.
En tal sentido, la voluntad política resulta vital para prevenir y reducir la violencia armada e implementar los instrumentos internacionales que regulan el control de las armas convencionales, por intermedio de una mayor participación parlamentaria, apuntó.
Olofson adelantó que este seminario es el primero de tres, en tanto los otros dos tendrán lugar en África, en septiembre venidero, y en Asia, a inicios de 2018, con vistas a incrementar la participación y el compromiso parlamentario en el control de las armas convencionales.
La presidenta del Parlatino, Blanca Alcalá, afirmó que aunque muchos países de la región cuentan con una legislación restrictiva en materia de acceso a las armas de fuego por parte de los ciudadanos, la proliferación del comercio ilegal trasciende los alcances del Estado.
Estimó que «el desafío para la diplomacia parlamentaria en materia de prevención y combate al tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras, no es la construcción de nuevos esquemas, sino articular los ya existentes en estrategias regionales y nacionales que alcancen con eficacia los objetivos comunes».
La senadora mexicana recordó que históricamente América Latina y el Caribe ha sido una región líder en la lucha internacional en contra de las armas nucleares, por lo que también debería serlo en contra de las armas convencionales, y el Tratado sobre Comercio de Armas (TCA) es la mejor vía.
Por ello instó a los 12 países miembros del Parlatino que todavía no son parte del TCA, a que aceleren los procesos políticos nacionales pertinentes para la ratificación de este instrumento.